miércoles, 9 de julio de 2008

Esto no se trata de sexo


Se trata de honor. No es ni siquiera sorpresivo pero la sensación es atroz en el rostro. Como si un trabajador siderúrgico intentara secar mis lágrimas con sus asquerosos guantes de malla de acero inoxidable. Y luego me pidiera algo a cambio. La acción transcurre en una moto. El problema no es haber elegido mal, el problema es no haber elegido. Alto márgen de error y, sin embargo, reincidencia. Yo no conduzco, ergo no puedo estrellarme. Alguien tiene que hacerlo por mí. Camino por Travessera de Dalt, pensando que hay cosas que no deberían hacerse/decirse nunca. Que son infracciones, multas demasiado costosas. Esta vez me bajo y no vuelvo a subir.

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