miércoles, 10 de septiembre de 2008

Mis rincones oscuros

Más vale leer tarde que nunca este libro de James Ellroy. La obsesión, la obsesión, la obsesión. Una obsesión es un buen disparador literario. A la madre de Ellroy la asesinaron cuando él tenía once años. A la pelirroja la encontraron tirada entre la maleza, la habían estrangulado con su propia media. Él no la quería, de ella sólo suscribía lo que solía decir su padre, que era una alcohólica y una golfa.
Esta es la autobiografía de una vocación y de una culpa. Durante toda su vida Ellroy no ha hecho otra cosa que escribir obsesivamente novelas negrísimas en las que aparecen mujeres descuartizadas, madres suicidas, dalias negras.
En "Mis rincones oscuros" , Ellroy busca como un detective que nunca ha dejado de ser ese niño de once años, al asesino de su madre, pero sobre todo busca la explicación a su propio desamor.
La dedicatoria ya adelanta algo del dolor de este libro:
"Una vulgar noche de sábado acabó contigo. Moriste de manera estúpida y violenta, y no tuviste los medios para defender tu vida. Tu huida a la seguridad fue un breve respiro. Me llevaste a tu escondite como un amuleto de la buena suerte. Te fallé como talismán; por eso, ahora me presento como tu testigo. Tu muerte define mi vida. Quiero encontrar el amor que nunca tuvimos y explicarlo en tu nombre. Quiero hacer públicos tus secretos. Quiero borrar la distancia que nos separa. Quiero darte aliento".




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