miércoles, 24 de septiembre de 2008

Performance con P de perdedor

El artista, performer, periodista buzo, infiltrado y escritor Lluis Alabern ha perpetrado la más original y exagerada interpretación que nadie haya hecho jamás y nadie nunca hará de mi libro.

En su nuevo blog, Performance con P de perdedor, cuenta cómo me pidió el día de la presentación en La Central del Raval que le firmara su ejemplar de Watchmen, uno igual al que yo había leído cierta vez por recomendación de Vic Morrow, un sujeto que vive fantaseando con superhéroes. No le dije a Lluis cuánto significaba ese libro para mí porque me pareció que sin entrar en detalles era como hablar bien del Quijote, tampoco le pregunté por qué coño quería que se lo firmara. Antes que pensar que se trataba de una extravagancia de artista, lo vi como un símbolo equidistante al que no quise buscarle el significado. Por la cara que tenía el performer parecía querer decirme algo importante. Creo que hablamos de algunas cosas esa noche pero no me enteré de que estaba en una misión secreta hasta que lo confesó en Internet:
"Quería contarle a Gabriela sobre las analogías que encontraba entre el cómic y Sexografías. Me apetecía que me firmara Watchmen y así mostrarle que había entendido su libro, que yo sabía mejor que nadie que Sexografías no es un libro de sexo, sino la crónica del derrumbamiento de un puñado de superhéroes."

Me ha alucinado que descubra cuánto me gustan los perdedores o, como solía decir Vic, los superhéroes con descanso médico.

En su análisis comparado también dice:

" La galería de superhéroes desenmascarados: El Capitán Badani y sus seis esposas (el pundonor me impide explicar el final del Capitán Badani, no narrado en el libro, pero que Gabriela nos cuenta tras unas copas a Jordi Carrión y a mi. Ni Alan Moore hubiera sido capaz de redactar tan prosaico final para el último episodio del polígamo Capitán). Gabriela en la cárcel buscando a Calambrito, buscando la piel tatuada, el disfraz simbólico. Luego los mutantes Melvin la Dársena, Amelia Silueta, Vanesa de Seda en el Paris Metrópolis. Viajes enteógenos en los que el hombre deviene animal para estrellarse contra los chamanes malos. Y Nacho Vidal, el superpollón, el mayor de los ángeles caídos, al que Gabriela le encuentra la Kriptonita. Y los “freaks, punks, butches, femmes, macho sluts, chicos en faldas, chicas en trajes, travestis, locas, maricas, bolleras, trasgéneras, polisexuales, andróginas, camioneras, transexuales (…)”, enmallados, voladores, enmascarados, ataviados, disimulados, ocultos, oscuros, atormentados, …en sus vehículos tuneados, en el bat-coche, en la endogamia de encontrarse siempre los mismos en el mismo sitio, en todas partes. Y los puercos, y los swingers, y los pezones múltiples, y las alteraciones genéticas, y de nuevo las putas caídas, y las sirenitas, y la propia autora deviniendo superheroína madre. Pero Gabriela nos salva del cataclismo."

Y hay mucho pero mucho más pero ya me da pudor hasta citarlo.

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