jueves, 22 de mayo de 2008

En la cárcel de tu piel, un tajo

"Estoy dentro de la cárcel y me he quedado sola. El día anterior había desistido de la protección policial pese a las advertencias de que corría peligro caminando como cualquier visitante por los pabellones de asesinos, ladrones, narcos y violadores de Lurigancho, el centro penal de hombres más peligroso del Perú. Sobre todo porque había estado aquí en los últimos tres días. Aunque no había podido alejarme de la oficina del jefe de seguridad, ya bastantes presos sabían que era reportera y que estaba dando propinas y cigarros a los que se quitaran la camiseta para enseñarme sus tatuajes. Se había corrido la voz de que vendría hoy, un miércoles de visita femenina, y las autoridades penitenciarias me esperaban para llevarme a dar uno de esos tours de prensa después del cual uno siente que el penal está resucitando la bondad de los hombres y que incluye un almuerzo. Así que decidí venir como una mujer más que va en busca de su preso".


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