La revista cultural del diario 20 minutos ha publicado una reseña de Sexografías, escrita por Elena Medel, una preciosidad de poeta y sujeta que conocí el otro día en Madrid. Quiero volver a verla. Gracias, Elena, pero cuándo intercambiamos bikinis. La de la ilustración asumo peregrinamente que soy yo, aunque si amplías la foto notarás que el ilustrador no me ha visto nunca las tetas.
Copio la reseña:
"Sexo a mansalava, verdades gonzo y encuentros feministas con Nacho Vidal.
Imagina que Ryszard Kapuscinski, en Un día más con vida, nos mostrase la Angola post-colonial desde el trampolín de sus experiencias sexuales, analizando la repercusión política y social de una noche con una lugareña, como si de aquellos polvos descendieran estos lodos.
Imagina que la Doctora Ochoa no se supiera predestinada al puesto de consorte de un arquitecto estrella, sino que bajara al fango y nos acercara —españolitos, ¿cómo vendremos al mundo?— el sexo desde una perspectiva real, con sus misioneros, sus vibradores y sus swingers. La imaginación es el motor de Sexografías; las fantasías, puntualizamos, que Gabriela Wiener realiza y escribe con rigor notarial.
«Lois», asegura la autora en su casi carta de amor a la novia de Superman, «es una reportera dispuesta a dar la vida por una buena historia, incluso si el precio es convertirse en su malograda protagonista (exponiéndose al ridículo más humillante) y otro debe escribirla y llevarse la palma». Es decir: que si Wiener ruega ser stripper y el gorila del local la expulsa del escenario, no se ahorra especificar la parálisis que provocó el fracaso, ni su vergonzante salida a la calle. Tampoco escatima ningún detalle sobre su experiencia como sumisa por un día, mitad placer y mitad expiación. Cuando Lady Monique la azota recuerda, por ejemplo, «todas las veces que practiqué la sumisión con mis parejas de cama».
Donando óvulos para un máster
Sexografías engancha porque alguien late al otro lado de la página; porque los datos biográficos que nos desvelan en la solapa coinciden con los de la narradora, Gabriela, que dona óvulos para conseguir pagar un máster, se encierra en un cuarto de baño parisino porque el dolor físico —necesita sacarse la leche del pecho— y el psicológico —ha dejado a su bebé en Barcelona— pueden con ella. Llámese Nuevo Periodismo, llámese gonzo, nuestro voyeurismo nos impide frenar la lectura: ¿se convertirá en la séptima esposa del gurú polígamo Bandini?, ¿logrará que la ayahuasca le depare un buen viaje?, ¿sucumbirá a los encantos de Nacho Vidal?...
Pero Sexografías es algo más que un libro sobre sexo. Es más: el papel de las relaciones sexuales a una, dos o tres bandas es secundario. «El sexo es un pretexto para profundizar en temas de género, de la condición femenina, de los límites, incluidos los míos propios, al ser experimentos de inmersión». En Trans, quizá el reportaje más emocionante —junto con While you were sleeping, o cómo es posible reflexionar en castellano sobre la maternidad—, se nos muestra a la peruana Vanesa —antes Melvin— prostituyéndose en Le Bois de Boulogne, tras contarnos su periplo hasta Europa y todo cuanto deja en Lima. Porno casero, tuning, cerdos que se aparean.
Gabriela Wiener nos muestra, con un pulso de dominatrix narrativa, aquello que existe pero nuestra moral oculta.
Melusina / 220 páginas / 17 euros
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