lunes, 18 de agosto de 2008

Hablan las freaks

Soho, la revista colombiana que apuesta por tetas en la portada y periodismo narrativo en el interior, ha llegado a su edición número cien y lo celebra, cómo no, jugueteando: Una relectura en clave erótica y humorística de la historia del arte y una orgía de firmas en formato de lujo que me acaba de traer el cartero. El secreto de Soho es, además de calatear famosas, entrar con ironía, hacer combinaciones imposibles de historias y personajes, pedir a sus colaboradores desnudos, confesiones, arrebatos. Daniel Samper, su director, cómplice y padrino de los nuevos cronistas de indias (lo idolatramos) comparte por primera vez con los lectores las cincuenta convicciones de Soho: "El temperamento editorial de Soho es vivencial: que la firma viva el mundo que narra", dice Daniel y fiel a ese mandamiento ha publicado en este número un apartado titulado "Señales particulares", en el que cinco chicas escribimos sobre algo habitualmente inconfesable, sobre todo para una mujer: un "defecto físico", eso que hace que las malas personas se burlen de ti y las buenas te digan que eso "te hace única". No sé qué es peor.

Josefina Licitra, Premio FNPI del 2005, ha sido capaz de construir un perfecto testimonio sobre su rostro, su "cara distinta", tan delicado como violento y deliciosamente resentido, lo que me convence y me conmueve. Josefina revela las torturas a las que fue sometida la cara con la que nació y da las señas de sus enemigos, los cirujanos, de hecho casi les lanza amenazas de muerte: "¿Exagero?"- dice Jose-. "Prueben vivir con una sola oreja". Guadalupe Nettel habla del lunar que tenía en la córnea del ojo y del paisaje de la infancia visto con un ojo parchado. Lo de Ena Lucía Portella es un testimonio sobre el mal de parkinson que padece desde los 20 años, en tanto Graciela Mochkofsky cuenta cómo descubrió su aritomanía: una obsesión patológica por enumerarlo todo. Mi testi que orginalmente titulé "Yo fui una freak pero me operé" y que aparece en Sexografías ha sido aquí rebautizado jocosamente como "4 pezones", seguro que porque la idea de cuatro pezoncitos es más sugerente que la de una excedencia de mamas o de glándulas, que es (era) la cruel realidad. Tecnicismos aparte, me siento en la obligación de aclarar que nunca he tenido más de dos pezones, pero qué pezones.



Posdata: A día de hoy en mi sitio en Club Cultura todavía siguen apareciendo comentarios de personas que sufren de algún tipo de polimastía (más de dos mamas en el ser humano) y veo que por momentos el blog hace las veces de foro y mi texto de mensaje de autoayuda, sin que jamás me lo haya propuesto, pero tampoco me molesta.

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