Tercera entrega de mi Columna Sexografías en El país. Esta vez va de helados.
Pero volvamos al hielo. O a aquella escena de esa obra maestra del trash llamada Showgirls: si recuerdan, a Elizabeth Berkley el chulo le pone unos cubitos de hielo en los pezones para que pervivan a través de su leotardo. Estimulación, admitámoslo, tan recomendable como el sexo oral on the rocks -el cubo que viaja de boca en boca- o la castración simbólica: George Clooney recibiendo en su vaso de Martini los huevos de un toro de hielo que una torera ha cercenado para él en clara alusión a su naturaleza de varón domado. Finalmente, ese ejercicio semántico de Eva Longoria lamiendo un helado de chocolate, fellatio = gelato.
Sexo Frozen (que no gélido)
GABRIELA WIENER 21/07/2008
En Nueve semanas y media, o en mucho menos tiempo, puedes vaciar la nevera de todo alimento frío y fresco que tenga alguna forma sugerente -de preferencia frutas y verduras- y congelarte de tanto amar. Datos importantes: 1. No se recomienda el uso de cítricos ni de productos alcohólicos que puedan producir escozor. 2. Ten a mano siempre una tarrina de helado en la nevera, de preferencia uno de fruta de la pasión: será como encontrar hielo en Marte.
Porque el hielo, ese símbolo de la frialdad afectiva, es también el cacharro erótico más popular del verano. Todo el mundo sabe que el hielo no es sólo eso que se rompe para ligar o se diluye en el whisky. La condición efímera del hielo se pone de manifiesto, sobre todo, cuando entra en contacto con las zonas más tórridas de la epidermis humana alcanzando su forma más perfecta: la gota. El amante a secas -su corazón azul- puede ser el propio hielo que espera arder o extinguirse en otro cuerpo. El amante se derrite en presencia del amado. Pero si el hielo es la metáfora del amor no correspondido -"Y al encendido fuego en que me quemo / más helada que nieve, Galatea", sollozaba Garcilaso-, el helado lo es del amor fast food. Hay que amar rápidamente antes de que el ardor se diluya y se escape como una filtración de agua. El helado es infantil y lúdico y, según los expertos, sabe mejor untado en la piel. Hace poco supe de la existencia de fiestas comunitarias alrededor del consumo exclusivo y goloso de helados: un pueblo entero se reúne para comer helados. Algo así como el sexo grupal o una orgía de fresa y chocolate.
Porque el hielo, ese símbolo de la frialdad afectiva, es también el cacharro erótico más popular del verano. Todo el mundo sabe que el hielo no es sólo eso que se rompe para ligar o se diluye en el whisky. La condición efímera del hielo se pone de manifiesto, sobre todo, cuando entra en contacto con las zonas más tórridas de la epidermis humana alcanzando su forma más perfecta: la gota. El amante a secas -su corazón azul- puede ser el propio hielo que espera arder o extinguirse en otro cuerpo. El amante se derrite en presencia del amado. Pero si el hielo es la metáfora del amor no correspondido -"Y al encendido fuego en que me quemo / más helada que nieve, Galatea", sollozaba Garcilaso-, el helado lo es del amor fast food. Hay que amar rápidamente antes de que el ardor se diluya y se escape como una filtración de agua. El helado es infantil y lúdico y, según los expertos, sabe mejor untado en la piel. Hace poco supe de la existencia de fiestas comunitarias alrededor del consumo exclusivo y goloso de helados: un pueblo entero se reúne para comer helados. Algo así como el sexo grupal o una orgía de fresa y chocolate.
Pero volvamos al hielo. O a aquella escena de esa obra maestra del trash llamada Showgirls: si recuerdan, a Elizabeth Berkley el chulo le pone unos cubitos de hielo en los pezones para que pervivan a través de su leotardo. Estimulación, admitámoslo, tan recomendable como el sexo oral on the rocks -el cubo que viaja de boca en boca- o la castración simbólica: George Clooney recibiendo en su vaso de Martini los huevos de un toro de hielo que una torera ha cercenado para él en clara alusión a su naturaleza de varón domado. Finalmente, ese ejercicio semántico de Eva Longoria lamiendo un helado de chocolate, fellatio = gelato.
La sexualidad frozen, parafraseando a Ovidio en clave glacial, consiste en helarte de amar*.
*Helarte de amar es también el título de un conjunto de relatos publicado por Fernando Iwasaki en 2006.
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