jueves, 19 de junio de 2008

BP y su polla fantasmática de obrero


Desde hace unos días un solo libro va en mi bolso, lo leo mientras camino del metro a la oficina y duerme conmigo. Mi lectura de "Testo Yonki" responde al modelo adictivo, como ciertas relaciones amorosas descritas por Beatriz Preciado. Estoy intoxicada. Creo que mi adicción tiene que ver con algo más que mis vacíos teóricos o mis vacíos en general. Pensaba que sería un coñazo porque parte del libro es una tesis pero la tesis entra suavemente, gracias al lubricante de su escritura despojada, a caballo entre lo sublime, lo doctoral, lo desesperado y lo obsceno, un testimonio al filo del abismo plagado de descripciones pornográficas de sexo transexual y administración de hormonas masculinas fuera de la ley.

Ella dice que no es autobiografía, no es una "autoficción", sino un "ensayo corporal", una "experiencia política" y una forma de "insurrección sexual a través de la escritura". A Preciado no le interesa lo individual, no habla de sus sentimientos, lo que realmente le importa es cómo esos sentimientos "son atravesados por lo que no es mío". Como un dildo.

Copio aquí un fragmento que me encanta por lo chulillo que es:

"Desde niña poseo una polla fantasmática de obrero. Reacciono a casi cualquier culo que se mueve. Me da lo mismo que sean culos de niña o de mamá, de burguesa o de paisana, de marica, de monja, de lesbiana o de zorra. La respuesta es inmediata en mi sexo cerebral. Todas las chicas, las más guapas, las más heterosexuales, esas que esperan a un príncipe azul naturalmente testosteronado, están en realidad destinadas, aún sin saberlo, a volverse perras penetradas por mis dildos. Hasta los doce años estoy en un colegio no mixto y católico. Un verdadero paraíso lésbico. Las mejores niñas son para mí. Antes de haber tenido la ocasión de cruzar la calle y encontrarse con los niños del colegio de enfrente, ya han metido su lengua dentro de mi boca. Son mías."

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